(Memoria de Aníbal Núñe)
Hemos perdido la llave
de los verbos.
Hemos puesto a secar
nuestras palabras
y un viento de metal
nos las redujo
a dédalo de labios.
Herencia de zarzal
y onda expansiva
de sed
sobre la piel.
Hemos perdido el hilo
de los años.
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